MODULO No.
UNO
FECHA LÍMITE DE
ENTREGA: 08 JUNIO/2020
HORA: 4:00
p.m.
CORREO
ENVÍO EVIDENCIAS
DOCENTE: GISSEL PINTO CABRERA
ÁREA: FILOSOFÍA GRADO:
NOVENO CICLO:
IV
PROCESO 2do
PERIODO
EVIDENCIAS
DE APRENDIZAJE
- Reconoce la lógica como herramienta del conocimiento.
- Cuestiona hipótesis científicas y postulados filosóficos a partir de la ilustración y ejemplos.
- Argumentación a favor o en contra de ideas propuestas
Etapas Exploración
y Consulta Guiada
ACTIVIDAD
No. UNO
Nuestra primera
actividad tiene como objetivo plasmar tus aprendizajes y reflexiones mediante
un taller escrito.
PRIMER MOMENTO
Visualizar los siguites videos
SEGUNDO MOMENTO
Antes de seguir responde estas
preguntas en un hoja
Cuando
estás en un sueño ¿Puedes saber que estás soñando o nunca te das cuenta?
¿Cómo
probar que en este momento no estamos soñando?
¿Me
puedo fiar de los sentidos o de mi experiencia para conocer la verdad de las
cosas?
¿En
qué se parece una computadora y un robot con el tema de alma y cuerpo del ser
humano?
TERCER MOMENTO
LEE LA SIGUIENTE LECTURA: EL GENIO TRAVIESO DE DESCARTES
Era una apacible noche
del invierno de 1929 en Holanda. Descartes, gentilhombre, viajero y militar,
estaba trabajando en su escritorio. A su lado, una cálida chimenea
chisporroteaba y humeaba sin parar. Mientras la aldea, al igual que su papagayo
Baruch, hacía mucho que dormía, Descartes estudiaba el gran libro del mundo,
descifrando los sistemas cristalinos y los meteoros.
Dejo de nevar y la luz
proyectó en la habitación una silueta enorme del papagayo Baruch. Por un
momento, Descartes creyó ver tras la sombra de su compañero… ¡a un Genio
Travieso que le tenía una trampa! Para Descartes, en aquel momento, su
habitación, Holanda y el mundo entero se volvieron diferentes. ¿Tal vez – se
dijo – Baruch, su fiel compañero alado, e incluso su propio cuerpo podían ser
solo quimeras como las artimañas del Genio Travieso?
Descartes dudaba: ¿Acaso no
he escuchado desde mi infancia innumerables mentiras como verdades absolutas?
Por ejemplo, cuando creía que el Sol giraba en torno a la Tierra… ¿Acaso no he
podido demostrar que mis sentidos podían equivocarse? ¿No me he basado en ello
para crear algunas fintas en mi tratado de esgrima? ¿Sería razonable dudar de
que realmente estoy aquí, en mi habitación, cerca del fuego? ¿Estoy convencido
de que estas manos y este cuerpo son míos? ¿No seré como esos insensatos que se
creen reyes cuando están en la miseria, que se sienten vestidos de oro y
púrpura cuando van desnudos o se imaginan se cántaros o tener el cuerpo de
cristal?
- ¡Insensato!
¡Insensato! – Piaba Baruch. ¿Tal vez Descartes estaba soñando?
2. ¿Creía que soñaba o
soñaba que estaba soñando?
Si el cielo, el aire,
la tierra, los colores, las figuras, los sonidos… si mis manos, mis ojos, mis
sentidos no son más que parte de un sueño, ¿de qué puedo estar verdaderamente
seguro? ¿Tal vez un Genio Travieso hace que tenga la sensación del tiempo, del
espacio y de los números, pero nada de eso existe en realidad? ¿Tal vez dos más
dos no son cuatro y ese Genio Travieso me hace equivocar en todos mis cálculos?
Descartes decidió que,
para tener alguna certeza, desconfiaría del ardid de todo Genio Travieso. No
permitiría que nadie le impusiera ninguna evidencia, haría como si nada ni
nadie fuera real. Baruch lo miró de reojo. Descartes estaba totalmente solo.
Descartes se acordó, entonces, de su amigo Arquímedes de Siracusa; él aseguraba
que, para mover la Tierra, sólo bastaba “un punto de apoyo…”.
Del mismo modo, es
necesario que yo descubra una verdad que no admita duda.
Descartes estaba
seguro de que, bajo la apariencia de Baruch, el Genio Travieso se las
ingeniaría una y otra vez para hacerlo equivocar y llenar su alma de quimeras.
Pero aún, sabiéndose víctima de sus triquiñuelas, estaba bien convencido de
existir, puesto que pensaba.
¡Eureka! Pienso, luego
existo. ¡Esto sí que es verdad! Entusiasmado, tomó su mejor pluma:
tal vez el Genio Travieso le había creado la ilusión de que tenía un cuerpo,
que habitaba en un mundo concreto, que dos y dos son cuatro… pero, a pesar de
eso, Descartes podía afirmar con una certeza absoluta: ¡Soy un ser que
piensa!
Sin embargo, si
Descartes era simplemente un ser pensante, ¿Cómo podía entender el mundo en el
que vivía? ¿No sería el mundo tan sólo una ilusión creado por el Genio
Travieso? Descartes cogió de su escritorio una barra de cera. Era suave y dulce
como la miel que contenía y estaba impregnada con el perfume de las flores
donde habían libado las ovejas. Estaba dura, fría, y cuando la golpeó
suavemente sobre la mesa, produjo un sonido sordo. La aproximó al fuego que
ardía en la chimenea…
La barra de cera se
calentó. Comenzó a fundirse y a perder su forma. Cuando Descartes la tomó de
nuevo y golpeó la mesa con ella, se quemó ligeramente los dedos, pero no
escuchó ruido alguno. Estoy seguro de que es la misma barra de cera. Pero
ahora ya no tiene la dulzura de la miel, ni aquel agradable olor a flores, ni
conserva la misma forma, ni produce el mismo sonido… estoy seguro de que se
trata de la misma cera, pero mis sentidos me dicen lo contrario… ¿cómo puedo
reconocer la barra anterior en esta cera si es tan distinta? El eco de las
voces de algunos noctámbulos que salían de una taberna cercana atrajo a
Descartes a la ventana.
Estos sombreros y
estas capas que veo pasar por la calle bajo lo que creo reconocer a seres
humanos ¿Quién me dice que no cubren a espectros? ¿Y si bajo sus plumas Baruch
no fuera más que un autómata que se mueve por resortes? ¿Cómo prueban las cosas
que me rodean otra cosa que no sea mi propia existencia, la de Descartes, que
es quien las mira o las imagina? Finalmente, Descartes no pudo entender
nada que no fuera su propia esencia. Decidió, pues, acostarse y, de un soplo,
apagó la vela. Cerraré los ojos, me taparé los oídos, anularé mis sentidos y
dejaré la mente en blanco. Para llegar a alguna conclusión, procuraré
relacionarme mejor conmigo mismo.
3. - ¡Conmigo mismo! –
resopló Baruch, que quería dormir. Descartes se encasquetó su gorro de dormir,
se adentró en su memoria e intentó averiguar qué cosas eran ciertas y
evidentes. Innumerables ideas poblaron su mente: la Tierra, el cielo, los
astros, su primera novia que bizqueaba un poco, los restos de la barra de cera
y todo aquello que había ido conociendo a lo largo de los años. Pero la
cuestión era averiguar cuáles de estas cosas eran auténticas.
Creo, por ejemplo, que
el Sol es extremadamente pequeño, tal como ayer lo vi brillar en el cielo; pero
la astronomía me enseña que su tamaño supera muchas veces al de la Tierra. ¡Son
dos conceptos que no pueden corresponder al mismo Sol! Estoy seguro de que
ambos pareceres respecto del Sol proceden de alguna parte: hay tanta verdad en
el origen de ambos conceptos, como en los conceptos en sí mismos…
Descartes durmió
mucho. Soñó que era un obrero empeñado en la fabricación de una formidable
máquina, producto de sus conocimientos y de los de su papagayo. Las pequeñas
piezas que componían la máquina eran ideas nacidas de su inteligencia.
Considerando la forma en que todas esas ideas encajaban unas con otras, creyó
adivinar cuál era la fuente de la idea original, una idea clara y diferente,
que era en sí misma la realidad y la perfección plenas.
Descubrió, entonces,
la existencia de algo infinito, eterno, todopoderoso, por lo que él mismo y el
universo entero habían sido creados. Al probar la perfección de su
descubrimiento, Descartes sintió una inmensa alegría. Nunca había sentido nada
parecido. A este concepto lo llamó Dios.
¿Cómo es posible que
yo que soy un simple mortal, que no lo sé todo y que no puedo saberlo todo,
puedo llegar a comprender lo que es una cosa infinita? ¿Cómo ha surgido en mi
mente la idea de Dios? No he conocido a Dios a través de mis sentidos, es
necesario, pues, que este concepto haya sido depositado en mí por alguien
verdaderamente infinito… ¿Habrá sido el propio Dios quien ha inculcado tal idea
cuando me creó, como la firma de todo creador sobre su obra? Descartes se despertó
y examinó la idea de infinito que el mismo Dios había depositado en lo más
profundo de su mente. Veamos. Dios es infinito. Dios es todopoderoso. Dios
posee todas las perfecciones. Es decir, a Dios nada le falta. Por tanto, ¡Él no
puede dejar de existir! De hecho, la existencia en sí misma va tan unida a la
idea de Dios como el valle a la montaña o los tres lados al triángulo… y puesto
que Dios es perfecto, no querrá que yo me equivoque. ¿Cómo es posible, pues,
que las cosas de este mundo me parezcan tan poco fiables? Baruch,
entretanto, contemplaba con gran interés a un moscardón atrapado en la
telaraña.
4. Descartes quiso
pasar por la experiencia de apartarse e todas las cosas materiales. Se arrebujó
en su cama, se escondió bajo su almohada, se tapó los oídos, pero le resultó
imposible no notar la presión de sus manos contra la cabeza, sentir el peso de
las sábanas o notar el olor a pan recién hecho que, desde el puesto de un
vendedor ambulante, se colaba por su ventana.
Aunque todas esas
cosas fueran producto de su imaginación, Descartes no podía ignorarlas. ¡Qué
cosa más extraña! Yo, un ser pensante, no consigo desprenderme por completo de
este cuerpo al que considero mío. ¡Parece, incluso, que este aroma a pan recién
hecho hace nacer en mi alma una cierta alegría! Descartes estaba sintiendo
la unión de su alma y su cuerpo, pero no acababa de comprenderlo. ¿Cómo era
posible que una reacción de su estómago, tan diferente de su espíritu, lo
llevara a querer comer? ¿Cómo una sensación de su cuerpo estaba tan unida a un
sentimiento de su alma?
Descartes recordó que
en una batalla había visto que algunos soldados a los que se les había amputado
un brazo o una pierna aún sentían dolor del miembro que ya no tenían. - ¿Quién
sabe lo poderoso que es el cuerpo? Pregunto Baruch. Descartes conocía fantasías
semejantes: mientras dormía, la máquina con la que soñaba le había parecido tan
real como todo lo que ahora lo rodeaba. Decididamente, no podía fiarse de los
sentidos.
Mejor empiezo a
considerar como cosas distintas el ser pensante que soy y este cuerpo que puede
engañarme… Al levantarse de la cama, pisó a Baruch, que se paseaba por la habitación,
y este se defendió con un fuerte picotazo. ¡Arrgh!
Firmemente agarrado a
su meñique, Descartes no conseguía deshacerse de Baruch, que aún no había
desayunado y no estaba dispuesto a dejar escapar la golosina que había
conseguido por cuenta propia. Descartes comprendió, entonces, que él no
habitaba en su cuerpo como un piloto que conduce una nave y ve que algo se
estropea en su navío. Por el contrario, estaba tan unido a su cuerpo que,
herido de un píe, todo él había sentido intensamente el dolor. Por eso, sabía
que debía hacer todo lo posible para desprenderse de la bestezuela que
permanecía enganchada a su píe.
5. Reflexionando sobre
su meñique picoteado, Descartes supo que sus sentidos le permitían distinguir
lo verdadero de lo falso. De hecho, podía utilizar varios de ellos para
examinar una misma cosa y luego combinar, gracias a su memoria, los
conocimientos adquiridos con los actuales.
Si Baruch aparecía y
desaparecía a menudo tal como hacen la imagen cuando duermo, entonces será una
imagen formada en mi cerebro, más que un auténtico papagayo. Pero ahora sé que
no estoy soñando, ya que mis sueños jamás se han encadenado unos con otros como
el discurrir de mi vida cuando estoy despierto. Baruch iba y venía
tranquilamente ante su maestro y Descartes pudo disfrutar de esta hermosa
mañana. Escuchando el ruido de la calle, gozando de la calidez del sol, uniendo
sus sentidos, su memoria y su entendimiento, Descartes no fue capaz de
encontrar cosa alguna que no encajara con el resto y nunca más dudó de que
fueran reales.
Tomado de: MONGIN,
Jean Paul (2014), El genio Travieso de Descartes, Panamericana: Bogotá.
TERCER MOMENTO
Conteste el siguiente las
siguientes preguntas de manera escrita.
¿Qué es una verdad
absoluta?
¿Por qué los sentidos
me pueden engañar?
¿Qué problemática enfrenta Descartes con la barra de Cera?
¿Cómo buscó Descartes
la verdad o la certeza?
¿Qué quiere decir la
expresión: ¿Pienso luego existo?
¿Cuál es la diferencia entre el alma y cuerpo según
Descartes?
Etapas
Productiva, Desarrollo
Significativo y Transferencia
ACTIVIDAD Nº DOS
Desarrole
un esquema grafico (mapa mental, infografia, comic) que le permita consolidar
sus aprendizajes frente a que es la realidad.
TERCER MOMENTO
Mire la siguiente historieta
¿Por qué cree Descartes que todas las cosas pueden ser
producto de la imaginación
¿Qué usa Descartes
para Despertar del Matrix?
¿Qué relación hay
entre la duda y el pensamiento?
¿Qué relación hay entre el cuento del Genio travieso de
Descartes y la historieta que se está analizando?
SEGUNDO MOMENTO
Con
base a las reflexiones sucitadas en las actividades anteriores desarrole un esquema
grafico (mapa mental, infografia, comic) que le permita consolidar sus
aprendizajes frente a que es la realidad. Por último, les recuerdo
que para él envió de la actividad debemos tener en cuenta cuatro cosas:
·
Marcar siempre nuestros trabajos en las hojas
con nombres completos grados y asignatura
·
Si vamos a tomar las fotografías tenemos que
garantizar que se puedan leer por completo los documentos y tomar la foto de
manera horizontal, sin que se produzca sombra sobre el documento esto garantiza
que nuestro trabajo se entienda.
·
Nombrar los todos archivos de la siguiente
manera Grado. Nombre y Apellido. Asignatura, ejemplo: 8 – Pepito Pérez –
Filosofía. Colocar las imágenes de tal manera que se puedan leer
·
En el asunto del correo colocar de la misma
manera Grado – Nombre estudiante – Disciplina. Por favor en un solo correo
enviar todos los archivos para garantizar la entrega completa de la
información.
Les espero en nuestros
encuentros virtuales para seguir compartiendo nuestros saberes y creciendo
juntos, recuerden que la calma y la distribución de tiempos son la clave para
lograr culminar este proceso de manera satisfactoria.
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